Leto

Leto o Latona: La madre en el exilio

Leto, también conocida como Latona para los romanos, emerge en la mitología como la descendiente de Coeo y Febe. Su historia se entrelaza con la trama de la concepción y el nacimiento de dos deidades celestiales, Apolo y Artemisa, frutos del amor entre Leto y el poderoso Zeus.

Desafíos celestiales: Hera y la peregrinación de Leto

La gestación de Leto no estuvo exenta de desafíos, ya que la celosa Hera, esposa de Zeus, prohibió que se le brindara refugio durante el embarazo. Este veto divino sumió a Leto en una desesperada búsqueda de santuario, enfrentándose incluso a la serpiente Pitón, enviada por Hera, que intentaba impedir el nacimiento de los mellizos.

La orden divina de Zeus condujo a Leto a la apacible isla de Délos, aunque variantes del mito sugieren otras ubicaciones, como Ortigia. En esta travesía, cada isla marcó el nacimiento de un mellizo. El anclaje de Délos al fondo del mar por Poseidón, asegurando así que la isla no estuviera conectada a la tierra, proporcionó un lugar seguro para el parto. Este evento divino fue atestiguado por casi todas las diosas, excluyendo a Hera y Eileitia, la diosa del nacimiento. El parto, arduo y prolongado por nueve días, contó con la intervención secreta de Eileitia.

Exilio y la ira divina: Leto en Licia

A pesar de superar los desafíos del parto, la ira de Hera persistió. La diosa del Olimpo forzó a Leto y sus hijos a un exilio en Licia, donde el recibimiento fue gélido. Los agricultores de la región, manipulados por Hera, contaminaron el lago que abastecía a Apolo y Artemisa, arrojando barro en sus aguas. La respuesta de Leto fue severa: transformó a los agricultores en ranas, condenándolos a una existencia eterna en el fango.

La cólera divina no se limitó a los mortales. Aquellos que amenazaban o insultaban a Leto se enfrentaron a represalias inmediatas. Apolo, el dios de la música y la profecía, desató su furia contra Pitón, la serpiente enviada por Hera, eliminándola con su certera lluvia de flechas. Incluso Titius, el gigante que osó violar a Leto, fue sometido a la ira de Apolo y Artemisa, y Zeus mismo lo castigó con un rayo, relegándolo al Tártaro.

Níobe y el precio de la arrogancia

La ley divina no mostró indulgencia, ni siquiera ante reinas soberbias. Níobe, la reina tebana que se jactaba de su fecundidad, desafiando a Leto, pagó un alto precio. Apolo y Artemisa, indignados por su arrogancia, aniquilaron a todos los hijos de Níobe. Solo Cloris escapó de la furia divina, mientras Níobe misma fue petrificada por la pena.

En el tejido mítico de Leto o Latona, se entretejen la maternidad divina, la adversidad celestial y la venganza imperecedera. Su figura trasciende como una de las protagonistas destacadas en el drama mitológico, tejido con hechos trascendentales y lecciones eternas.

Cómo citarnos
Ramírez, Silvia y Torres, Roberto (2015, 4 de octubre). Leto o Latona: La madre en el exilio. Mitos y Relatos. https://mitosyrelatos.com/europa/mitologia-griega-romana/leto-o-latona