Néstor, hijo de Neleo, fue el sabio rey de Pilos, en el suroeste de Grecia. Fue padre de Antiloquio, y en la Ilíada aparece luchando con el bando griego en la Guerra de Troya, siendo descrito como un valiente soldado y respetado consejero durante tres generaciones. La Odisea da cuenta de cómo los dioses le permiten regresar a su patria sano y salvo, gracias a su piedad y su prudencia.
Néstor fue el más viejo de los monarcas que participaron en la guerra. Con su avanzada edad y la experiencia que había acumulado, tenía el respeto de toda la tropa. En su juventud ya había participado con éxito en algunos conflictos. Se vio envuelto en la batalla de los Lapitos contra los centauros y también participó en la búsqueda del monstruoso jabalí Caledonio, del cual se salvó gracias a que se encaramó a un árbol.
Durante la Guerra de Troya sus compañeros en el campo de batalla le consideraban un hombre sabio, diplomático y coherente, al que le gustaba hablar sobre sus hazañas del pasado. Durante el funeral de su amigo Patroclo, Aquiles le permitió hablar sobre los viejos tiempos, contando con la paciencia de todos los presentes mientras narraba las hazañas deportivas de su juventud («cuando nadie podía igualarme»).
Néstor regresa a casa
Néstor fue de los pocos reyes griegos que no tuvo ningún problema para regresar a su hogar. El mismo predijo que los dioses se vengarían por las atrocidades cometidas en Troya, pero consiguió salir de allí a tiempo. Diez años después, cuando Telémaco buscaba a su padre Odiseo en Pilos, donde había acudido a obtener algo de información, a Néstor, muy anciano, aún le gustaba ejercitar la mente y el cuerpo. Le divertía «la vida en palacio a una edad tan avanzada, rodeado de hijos tan buenos en el estudio como en el uso de la lanza».
Néstor estaba casado con Eurídice, que nada tiene que ver con la amante de Orfeo. Tuvieron siete hijos y dos hijas. Uno de sus hijos, Antiloquio, también luchó en Troya y murió después de su padre, cuando decidió sacrificarse.