Loki era el Judas de la fraternidad que llegan a constituir los Ases. Su habilidad para resolver los peores embrollos que afectan a los dioses sería muy apreciada si no fuera porque él suele ser el principal causante de los mismos. Su mala intención, su pésimo carácter, sus ganas de bromear a costa de los demás y su facilidad para meter cualidades que le adornan desde el principio, evolucionan a peor hasta que llega un momento en que su actitud deviene criminal y acaba convirtiéndose en el padre de todos los grandes enemigos de Asgardr, que conducirán al Ragnarok.
De tamaño pequeño y conducta voluble, posee como otras deidades la facultad de adquirir una apariencia diferente; puede adoptar, por ejemplo, la forma de un animal o de una anciana. Se sospecha que está familiarmente entroncado con los enanos, pero actúa durante mucho tiempo con total impunidad gracias a un juramento de hermandad con Odín. Hábil artesano y ladrón convencido, roba, entre otros objetos, las manzanas de la juventud que Idunn guarda para los Ases, los hermosos cabellos de Sif, el collar maravilloso de Freyja, los guantes de hierro de Thor y el anillo de Andvari.
Descendencia de Loki
De sus amores con una giganta llamada Angrboda (provocadora de disturbios) nacen tres hijos, cada uno de ellos peor que el anterior: la serpiente de Midgardr, la diosa de los infiernos Hel y el lobo Fenrir. De todos ellos, los Ases decidieron ayudarle a criar sólo a Fenrir, pues pensaron que tal vez fuera útil para guardar Asgardr, pero pronto descubrieron que se trataba de un animal feroz, asocial y peligroso que además creció hasta adquirir un tamaño descomunal. Entonces decidieron atarlo, pero esta misión no fue tarea fácil. Después de destrozar dos poderosas ataduras, los enanos recibieron el encargo de fabricar una tercera que fuera irrompible. Así lo hicieron, utilizando para ello la siguiente aleación: los ruidos de pasos de un gato, la barba de una mujer, las raíces de unas montañas, los nervios de un oso, el aliento de unos peces y los escupitajos de un pájaro. Con todo ello confeccionaron una cuerda lisa y suave como una cinta de seda, pero más sólida y fuerte que el acero. Cuando los Ases se presentaron ante Fenrir con la intención de atarlo sin que pusiera oposición, éste desconfió y exigió que uno de ellos pusiera una mano en sus fauces para vengarse si intentaban, y conseguían, inmovilizarle. El valiente Tyr se sacrificó y perdió la mano cuando el lobo comprobó que esta vez no podría librarse.
No está claro si Tyr o Tiwaz es hijo o hermano de Odín. En todo caso se trata de un dios-juez, un representante de las fuerzas del orden que rigen el universo, y en calidad de tal se convierte en el primer presidente del Thing o Althing, la asamblea de los hombres libres, donde se deciden los litigios. Su entrega en el episodio de Fenrir le confirma como prototipo de héroe por cuyo sacrificio el mundo se salva del caos. Tiene paralelismos con el dios Nuadu, el de la mano de plata, perteneciente a la mitología céltica, y su nombre lo encontramos en el día martes: en alemán, una forma antigua, Dienstag, y en inglés, más reconocible como Tuesday.
A todo esto, con el lobo encadenado a una roca, los Ases consiguieron colocar una espada entre sus fauces a fin de que no pudiera cerrarlas y atacar a nadie más. Desde entonces, y hasta el fin del mundo, aullará sin cesar, y la baba que cae de su horrendo morro alimentará el río Van.
Asesinato del Dios Baldr
Las fechorías de Loki y su progenie alcanzan uno de sus puntos culminantes con el vil asesinato del dios Baldr, otro hijo de Odín, considerado además como el más benéfico y bondadoso, hasta el punto de que la mayoría le conoce y le trata por su sobrenombre de El Bueno. Pese a que él derrama generosamente sus dones y todos parecen amarle, un día Baldr se despierta sobresaltado tras sufrir una pesadilla en la que fallecía víctima del mal. Enterados los Ases de tan siniestra profecía, solicitan a la creación entera que cuide de este dios, necesario para el equilibrio del mundo. Su propia madre, Frigg, recoge uno por uno los juramentos del agua, el fuego, los metales, la tierra, la madera, las piedras, los animales, las enfermedades, para que no hagan daño a Baldr. Conseguido el compromiso de todos estos elementos, los Ases organizan un ritual para confirmar su invulnerabilidad: todo aquel que quiera podrá arrojar cualquier cosa contra el dios para comprobar que nada le puede ya herir.
El Plan de Loki
Todo esto había disgustado, y mucho, al vanidoso Loki, que no comprendía por qué tenía que ser Baldr y no él mismo el que gozara de tamaña consideración. Transformándose en anciana, se dirigió a Frigg y le preguntó si era verdad que había exigido juramento de protección a todas las cosas del mundo. En un momento de debilidad, ella confesó que sólo había un ser en el mundo al que no se lo había pedido: un brote de muérdago, tan joven y en apariencia inofensivo que aún no había tenido ocasión de solicitárselo. Sin esperar más, Loki se despidió y fue directamente a arrancar la planta para elaborar con su madera un pequeño dardo. Luego se lo entregó a Hódr, el hermano ciego de Baldr, tras convencerle de que él tenía tanto derecho como los otros dioses a participar en el ritual. Los Ases se rieron de la iniciativa, pero aceptaron la propuesta. Todos se quedaron de piedra cuando Hódr, siguiendo las indicaciones de Loki, arrojó alegremente el dardo, e involuntariamente mató a su hermano.
Aquél fue uno de los días más tristes en Asgardr. Se cuenta que nadie tuvo nunca, y nadie tendrá, funerales más hermosos en su memoria. Todas las cosas del mundo, si exceptuamos a Loki y los suyos, lloraron la pérdida, ¡incluso los gigantes! La mujer de Baldr, Nanna, falleció de pena y fue incinerada con él en su navío. Tan terrible e impactante fue el suceso que los Ases hicieron un último intento por rescatarle de las garras de la muerte, y Hermodr, uno de los hermanos de Baldr, fue encargado de llegar a lo más profundo de los infiernos para entrevistarse con la diosa Hel e intentar convencerle de que le permitiera abandonar sus dominios. La misión fracasó por culpa de Loki. Sin embargo, su castigo estuvo a la altura de las circunstancias.
El Castigo de Loki
Los Ases descubrieron cómo había planeado todo y llegaron a la conclusión de que esta vez había ido demasiado lejos. Después de ser capturado, le condujeron a una gruta con dos de sus hijos: Vali y Narfi. El primero fue transformado en lobo y, ante los ojos de su padre, despedazó a su hermano y luego fue muerto. Utilizando los intestinos de Narfi, los dioses elaboran una fuerte soga con la que atan a Loki a tres piedras planas que previamente habían colocado de canto y en las cuales habían practicado sendos agujeros. Inmovilizado de esta guisa, el traidor sufre un tormento parecido al de la gota de agua china, pero sustituyendo el líquido elemento por el veneno que gotea de la boca de una víbora: Loki se retuerce y la tierra tiembla y sufre terremotos cada vez que le alcanza la piel. Así habrá de sufrir hasta que llegue Ragnarók.
La Diosa Hel
Un apunte más, en este momento, para Hel, que, como diosa de los infiernos y del reino de los muertos, es digna hija de Loki. Medio blanca, medio azul, el inframundo que rige está compuesto por nueve moradas, de las cuales la más horrorosa es la conocida Nastrandir, la que se encuentra más al norte. Allí son arrojados sin piedad todos aquellos que violaron las leyes morales y en especial los perjuros. No es fácil llegar al siniestro territorio sobre el que manda, pues el cercado de Hel, un muro alto e infranqueable también conocido como Reja de los Cadáveres, lo rodea por completo y sólo se puede llegar a él a través de la conocida como ruta de Hel o sendero de las almas muertas, que hay que recorrer ininterrumpidamente durante nueve días y nueve noches para llegar a la puerta.