Polixena, la hija de Príamo, rey de Troya, y de Hecabe, emerge en la mitología griega como un personaje cuyo destino se entrelaza con la caída de la gran ciudad. Tras la devastadora derrota, las troyanas fueron repartidas entre los griegos como parte del botín de guerra, y es en este contexto que el alma de Aquiles, desde su tumba, reclama su parte, específicamente, la presencia de Polixena.
El trágico destino de Polixena
Los griegos, queriendo honrar a su héroe caído, decidieron situar a Polixena sobre la tumba de Aquiles, junto a Hecabe. En un acto desgarrador, la joven princesa, con sangre fría y dignidad, se despojó de sus ropas ante Neoptolomeo, hijo de Aquiles, quien debía ejecutarla con su espada. Eurípides, en su relato, captura las últimas palabras de Polixena antes de su trágico final, expresando valentía ante la inminente muerte.
«Joven príncipe, si es mi pecho donde vas a golpear, aquí está, golpea; o si es mi cuello donde apunta tu espada, detente, pues está desnudo». Estas palabras resuenan como un eco de resistencia y dignidad incluso en el rostro de la muerte. Neoptolomeo, sorprendido y apesadumbrado, le arrebata el último aliento a Polixena, haciendo brotar un manantial de sangre que marca el trágico fin de la princesa troyana. Incluso en su agonía, Polixena mantiene la dignidad, «escondiendo a la vista de los hombres lo que las doncellas modestas deben esconder.»
El Amor Truncado y el Encuentro Postmortem
Según algunas versiones del mito, el alma de Aquiles había elegido a Polixena no solo como parte de su derecho en el reparto, sino también debido a un amor que floreció en vida. Héctor, hermano de Polixena, había evitado que se casara con Aquiles, pero tras la muerte de ambos a manos del propio Aquiles, sus destinos se entrelazaron nuevamente en la otra vida.
Fue durante este encuentro postmortem que Paris, oculto y guiado por la flecha de Apolo, dio fin a la vida de Aquiles. Este giro trágico y simbólico en la historia revela la complejidad de los destinos entrelazados en el tejido de la mitología griega, donde el amor no correspondido y los lazos familiares se entretejen en una danza fatal.
La tragedia inmortal de Polixena
El mito de Polixena se erige como un monumento a la tragedia en la mitología griega. Más allá de ser un episodio de la Guerra de Troya, encapsula temas universales de amor no correspondido, destino trágico y la inquebrantable dignidad en la cara de la muerte. Las palabras y acciones de Polixena resuenan a lo largo de los siglos, recordándonos la complejidad de las emociones humanas incluso en los momentos más oscuros de la existencia. La tragedia de Polixena, capturada en los relatos de Eurípides y otras fuentes mitológicas, continúa inspirando reflexiones sobre la naturaleza efímera de la vida y la inevitabilidad de los destinos trágicos.