Bóreas, en la mitología griega, es conocido como el dios del viento del norte, una deidad cuya presencia era tanto venerada como temida por los antiguos griegos. Hijo de Eos, la diosa del alba, y del titán Astraeus (Astreo), Bóreas residía en Tracia, una región al norte del mar Egeo. Su naturaleza era dramáticamente distinta a la de su hermano Zephyrus (Céfiro), el gentil viento del oeste. Las tormentas desatadas por Bóreas eran conocidas por su intensidad y terror, un reflejo de su carácter feroz e implacable.
Bóreas es representado a menudo en el arte y la mitología como una figura imponente con dos rostros y enormes alas, simbolizando su poder sobre el clima y la capacidad de estar en varios lugares a la vez. Esta representación enfatiza la omnipresencia y la fuerza incontrolable del viento del norte.
El rapto de Orithyia y la descendencia de Bóreas
Uno de los episodios más famosos asociados con Bóreas es el rapto de Orithyia (Oricia), hija de Erechtheus (Erecteo), rey de Atenas. Según el relato, mientras Orithyia bailaba a orillas del río Ilissus (Iliso), Bóreas, cautivado por su belleza, la cubrió con una nube y la llevó a Tracia. De su unión nacieron dos hijas y dos hijos, entre ellos los héroes alados Calais y Cetes, quienes más tarde se unirían a Jasón y los Argonautas en su famosa búsqueda del Vellocino de Oro en Colchis.
Calais y Cetes, hijos de Bóreas, jugaron un papel crucial en la expedición de los Argonautas. Durante su viaje, liberaron al rey Fineo de la constante persecución de las Harpías, demostrando no solo su valor sino también la influencia de su padre en sus habilidades y destinos heroicos.
Su especial relación con Atenas
Bóreas mantenía un vínculo especial con la ciudad de Atenas, una relación marcada por la gratitud y el respeto mutuo. Los atenienses celebraban festivales anuales en honor a Bóreas, reconociendo su influencia y su benevolencia hacia la ciudad. Este vínculo se manifestó de manera notable en la batalla marina de Artemisaium (Artemisao) en el 480 a.C. Durante este conflicto, Bóreas jugó un papel crucial al causar estragos en la flota persa, que estaba derrotando a los griegos a pesar de su inferioridad numérica.
La intervención de Bóreas en la batalla de Artemisaium se ha interpretado como una muestra de su alianza con los atenienses y su papel como protector divino de la ciudad. Esta acción no solo cambió el curso de la batalla sino que también reforzó la creencia en el poder de los dioses para influir directamente en los asuntos humanos.