El titán Prometeo era hijo de Japeto y de Temis. Algunos creen que fue el creador del hombre, al que había moldeado con tierra a imagen de los dioses inmortales, tras lo cual Atenea le habría insuflado vida. Prometeo ocupa una posición única entre los inmortales como el ganador de los derechos de los hombres respecto a los dioses. Su nombre significa «previsión» y describe muy bien su carácter. Era un personaje inteligente y rápido que engañaba frecuentemente a Zeus, por lo que fue castigado.
En la Guerra de los Titanes, la batalla que se había librado entre los dioses del Olimpo y los monstruos gigantes, Prometeo no luchó con los titanes. Después trató de mejorar las condiciones de vida de los humanos primitivos, para lo que quiso contar con la ayuda del dios supremo Zeus. Pero cuando éste se la negó, no se resignó y trató de buscar otros medios de conseguirlo. Cuando se sacrificó un buey para celebrar el acuerdo establecido entre los dioses y el hombre, Prometeo se aseguró de que el hombre recibiera la mejor parte del sacrificio. Entonces, Zeus, fingiendo no ver lo que pasaba, tomó el peor bocado. Pero de repente se enfureció de tal modo que pudo justificar el motivo para no darle al hombre el don del fuego que Prometeo había bajado del cielo, donde el dios lo había escondido. El astuto titán lo puso en un tallo de enebro hueco y se lo entregó al hombre. El fuego sería el sustento de la humanidad y Prometeo quiso que recibiese otras bendiciones.
Zeus envia a Pandora
Zeus castigó al hombre como primera medida. Instruyó a su hijo Hefesto para que crease a Pandora, la primera mujer, y se la ofreciese al hermano menos inteligente de Prometeo, Epimeteo («imprevisión»), que ignoró las advertencias terminantes de su hermano en el sentido de que no aceptase ningún regalo que viniera de Zeus. Pero Epimeteo fue castigado porque Pandora, incapaz de contener su curiosidad, abrió el jarrón de oro con las enfermedades, los desastres y las calamidades a pesar de las instrucciones que tenía en contra. Después de abrirse la «caja de Pandora», la humanidad quedó condenada eternamente.
Siguiendo las instrucciones de Zeus, Hefesto encadenó a Prometeo a una roca -probablemente en el Cáucaso- y, como tortura adicional, hizo que un águila llegase cada dos días para morderle el hígado que se le regeneraba a diario. Prometeo no cambió de actitud a pesar del castigo y cuando supo que Zeus se había enamorado de ío, a la que la celosa Hera había perseguido por todo el mundo, el titán le dijo a lo que acabaría en Egipto y que un descendiente suyo (Hércules) la rescataría de allí. También sabía que el hijo de la bella nereida Tetis, a quien Zeus deseaba, tendría un retoño que destronaría a su padre. Pero esta información se la guardó y, cuando Hermes acudió para que le revelase la noticia, permaneció en silencio. En ese momento Zeus arrojó un rayo sobre la roca a la que estaba encadenado y el titán quedó cubierto por las piedras.
Liberación de Prometeo
Poco después Zeus y Prometeo alcanzaron un acuerdo por el cual el titán le revelaría su secreto con la condición de que el dios casase a Tetis con Peleo, de cuya unión nació Aquiles y con la que evitó ser destronado como él había hecho con su padre Cronos. A cambio, Prometeo recuperaba su libertad. Hércules mató al águila con una flecha y rompió las cadenas del titán. Prometeo le dijo al héroe cómo debía negociar con su hermano Atlas para obtener las manzanas de las Hespérides.
Prometeo también jugó un papel importante en la gran inundación griega en la que su hijo Deucalión y su esposa Pirra fueron los únicos mortales supervivientes, después de que los dioses castigasen a la tierra.
La figura de Prometeo, que tuvo que pagar con muchos sufrimientos las buenas acciones con las que ayudó a la humanidad, inspiró a Esquilo (525-456 a.C. aproximadamente) para escribir su trilogía dramática Prometeo desencadenado, de la cual sólo se ha llegado a nuestras manos una parte, Prometeo encadenado.