Psique, la personificación del alma, pues es lo que su nombre significa en griego, era la pequeña de las tres hijas del rey de Sicilia. Su belleza era tal que oscurecía la de Afrodita. Los hombres se agolpaban para verla y abandonaban los altares de la diosa, pues ahora se dedicaban a adorar a la princesa con ofrendas y flores que decoraban las calles por las que caminaba.
Afrodita estaba furiosa con Psique aunque la muchacha no podía evitar lo que ocurría. Llamó a su hijo Eros, que en el mito es presentado como un joven muy apuesto, y le obligó a que enamorase a Psique del hombre más horroroso del mundo.
Mientras tanto, Psique sufría ante la pasión que se había desencadenado por ella. Era adorada y alabada, pero nadie se atrevía a pedirla en matrimonio. Mientras que sus hermanas estaban casadas con príncipes atractivos, Psique era la única que seguía sola en casa maldiciendo la inutilidad de su belleza. Su padre consultó al oráculo de Apolo, que le dijo que debía llevar a Psique vestida de novia a lo alto de la montaña para esperar la llegada de su prometido. Según el oráculo, éste sería un dragón que escupiría fuego y que atemorizaría incluso a los dioses.
Psique salvada por Céfiro
Apesadumbrado, el padre de Psique no tuvo más remedio que obedecer y, entre lamentos, llevó a la muchacha a casa, la propia Psique trató de consolar a su padre, pero no lo consiguió. Entonces la princesa acudió a la montaña a esperar mientras sollozaba, pero Céfiro, el viento suave del oeste, la recogió y, apiadándose de ella, la hizo caer en un profundo sueño sobre la hierba. Cuando despertó, descubrió que el paisaje había variado y que se hallaba en un agradable bosque junto a una fuente de agua cristalina y un reluciente palacio construido por los dioses, con muros decorados con todo tipo de animales pintados. Los suelos estaban cubiertos de mosaicos con inscrustaciones de oro por todas partes que iluminaban cada dependencia.
Psique, dubitativa, entró en el palacio y fue atendida por las doncellas. Después de una siesta, se bañó y disfrutó de la comida y de la música. Esa noche la visitó un hombre desconocido que se metió en su cama. Psique estaba atemorizada, pero el desconocido la trató con delicadeza, aunque desapareció antes de la luz de la mañana. Cada noche regresó y Psique quedó hipnotizada por su manera de hacer el amor.
Llegada de las hermanas de Psique
Mientras tanto, sus hermanas, apenadas al ver el estado de sus padres, empezaron a buscarla. El amante de Psique le advirtió que estaban llegando al acantilado y que debería ignorar a sus hermanas, pues de lo contrario se sentiría ofendido y traería su propia desgracia.
Al principio Psique obedeció sus instrucciones, aunque estaba muy apenaba por tener que tratar a sus hermanas con tanto desprecio. Al verla en ese estado, su amante se apiadó de ella y le permitió recibirlas para conversar y ofrecerles regalos, pero advirtiéndole que no les revelase su identidad aunque se lo preguntaran con insistencia, si bien no podía hacerlo porque ni ella misma lo sabía, porque eso hubiera roto la magia de su amor. Psique le agradeció el gesto y le dijo que no había manera de romper su amor, tras lo cual le dijo a Céfiro que estaba preparada y que trajese a sus hermanas.
Eros, el amante secreto de Psique, mantuvo su promesa. La joven pudo recibir a sus hermanas en el palacio y, cuando ellas insistieron en saber quién era su amante, Psique respondió que se trataba de un joven misterioso del que sólo sabía que su principal ocupación era la caza. Cargadas de magníficas joyas, las hermanas partieron hacia su hogar, consumidas por la envidia al ver las riquezas de que disponía su hermana pequeña y la belleza de su amante, cosas de las que ellas no disfrutaban. Incluso se ofendieron al recibir el regalo de las joyas.
Engaño de sus hermanas
Las hermanas decidieron darle una lección. Eros, al que Psique aún no conocía, le repitió las mismas advertencias y le dijo que estaba embarazada. Si no les decía nada a las dos, tendría un hijo divino, pero si se lo comunicaba sería un común mortal. En esta ocasión Psique hizo oídos sordos a las advertencias de su amante.
Poco a poco las hermanas consiguieron sacarle toda la información con diversas tretas y, posteriormente, les confesó que su marido era un rico comerciante, olvidando la mentira inocente que les había dicho en su anterior visita. La envidia de las dos hizo que engañasen a Psique y le dijeran que un oráculo había anunciado que su amante era un dragón que se comería a su hijo en cuanto naciera. La ingenua Psique quedó tan sorprendida y asustada que, tras admitir que no sabía quién era su amante, pidió ayuda a sus hermanas, que le aconsejaron tener un cuchillo afilado y una lámpara preparados junto a su lecho. Cuando su amante durmiese, debería acercarle la lámpara para ver si lo que ellas decían era verdad y si era cierto que tenía el aspecto de un dragón, tendría que apuñalarlo. Después la llevarían a casa para casarla con un mortal.
Psique decidió llevar a cabo la prueba, pero cuando su cuchillo estaba preparado miró a su amante y quedó sorprendida, pues no era un dragón el que yacía junto a ella, sino el mismo Eros alado con su arco y sus flechas. Psique tocó la punta de una de las flechas, se hizo una herida e inmediatamente se enamoró del dios. En el hombro de Eros cayó una gota del aceite de la lámpara, que lo despertó y provocó su huida, furioso por lo que había pasado. Psique le cogió de una pierna y salió volando con él, pero después de un rato y exhausta por el esfuerzo le dejó marchar, mientras Eros admitía no haber cumplido con la palabra de su madre, pues él mismo se había clavado una de sus flechas, enamorándose de Psique. La joven descubrió el engaño de sus hermanas y decidió castigarlas.
Psique castiga a sus hermanas
Eros se marchó y la dejó sola. Pero Pan, el dios de la naturaleza, se apiadó de ella y le aconsejó intentar recuperar el favor del dios. Psique salió en su busca y acabó en una ciudad gobernada por el marido de una de sus hermanas. A ésta le contó lo que había sucedido y le cambió el final de la historia, para que creyese que Eros quería casarse con ella y no con Psique. La hermana se entusiasmó tanto con la idea que se excusó ante su esposo para salir corriendo en dirección a la montaña en la que ya estaba Psique. Desde allí se arrojó pensando que el dios la recogería, pero se estrelló contra el suelo y las aves devoraron sus restos. Psique visitó entonces a su otra hermana y le contó la misma historia, con lo cual consiguió que se repitieran los acontecimientos.
Las tareas que Afrodita le ordena
Mientras tanto, Eros languidecía en el lecho de su madre, sufriendo el dolor de la quemadura provocada por el aceite de la lámpara. Una gaviota le confesó a Afrodita lo que le había ocurrido a su hijo y que el mundo ahora no los adoraba porque que se había convertido en un lugar feo y sin amor.
Cuando Afrodita supo que su hijo se había enamorado de Psique, reaccionó reprendiéndolo furiosamente y decidió hacerle sufrir más, tras lo cual abandonó la casa. Deméter y Hera, que se encontraron con ella de casualidad, le dijeron que su hijo era mayor para decidir lo que quería hacer con su vida, pero la diosa del amor no razonaba de igual manera. Psique seguía vagando de palacio en palacio buscando a su amante. Rogó a Hera y a Deméter, pero las diosas no quisieron ayudarla. Fue entonces cuando decidió consultarle a Afrodita para intentar aplacar su furia. La diosa del amor había ido a visitar a Zeus en la cuadriga que le había hecho Hefesto y le pidió que Hermes le ayudase a encontrar a Psique. Hermes le preguntó a todo el mundo si habían visto a Psique y dónde.
Psique separa cereales y legumbres
Cuando una doncella de Afrodita la reconoció y fue llevada de los pelos al palacio de la diosa, Afrodita no sabía que la joven estaba embarazada, así que procedió a desnudarla y a pedirle que separase todo tipo de cereales y legumbres. Psique no sabía por dónde empezar y las hormigas le áyudaron a realizar la tarea.
Psique obtiene vellocino de oro
Afrodita sospechó que no había realizado la tarea sola y que había recibido ayuda. Entonces decidió hacerle una petición más difícil y pidió que le trajese un pedazo de lana de algún vellocino de oro. Esta vez fue la hiedra que crecía en la orilla del río la que le ayudó, aconsejándole que evitase a la oveja durante la parte más calurosa del día y que fuese tomando después, mientras el animal descansaba a la sombra, la lana que se había ido prendiendo de las ramas de los árboles.
Psique va al manantial a recoger agua negra
De nuevo Afrodita no quedó satisfecha con el resultado de la prueba y la obligó a subir a la montaña para llenar una jarra de cristal con agua negra del manantial alimentado por la laguna Estigia. Psique estaba aterrorizada, pues mientras ascendía salían los dragones de sus cuevas y las aguas alzaban la voz contra ella. Fue en ese momento cuando un águila, amiga de Eros, acudió en su ayuda.
El águila le advirtió que no debía coger esas aguas tan peligrosas y se ofreció para llenar la jarra en su lugar, saliendo de nuevo Psique victoriosa de la prueba.
Psique baja al mundo de los muertos
Afrodita tampoco se contentó con esto y le dio una caja con la que debía ir al mundo de los muertos para llenarla con el ungüento que usaba Perséfone. Psique estaba desesperada y, no sabiendo cómo traspasar el mundo de los vivos, se subió a una torre para saltar. La torre se apiadó de ella y le dijo cómo debería asegurarse el retorno del Averno. Psique tomó unas monedas para que el barquero Caronte le ayudase a cruzar y unos bocados para aplacar al sanguinario Cerbero. También debería estar atenta al jinete cojo sobre una muía que se encontraría por el camino y a un anciano que aparecería sobre la laguna y le pediría que le llevase con ella en la barca de Caronte, ya que se trataba de dos trampas de Afrodita. Si Perséfone la invitaba a acomodarse y tomar algo, debería rechazarlo y comer sólo unas migas de pan.
Psique siguió las instrucciones de la torre y recibió una cálida bienvenida de Perséfone. La diosa llenó la caja con su ungüento y Psique regresó al reino de los vivos, momento en el que abrió la caja movida por la curiosidad. No había nada dentro y Psique cayó de inmediato en un profundo sueño.
Rescate de Psique
Cuando Eros se recuperó de su quemadura, se encontró lleno de deseo por Psique, así que salió de los aposentos en los que le había encerrado su madre para encontrar a su amante, salvarla del sueño en el que había caído y poder terminar la tarea encargada. Acudió a Zeus para pedirle permiso y casarse con Psique. El dios se apiadó de él y le concedió el deseo. Convocó a los dioses para hacerles saber su decisión, diciéndoles que Eros debía empezar a comportarse como un verdadero marido y no como un joven amante frívolo. También le dejó claro a Afrodita que debía conformarse porque se trataba de un buen matrimonio, ya que Psique sería convertida en diosa. Entonces hizo que Hermes llevase a la joven al Olimpo para celebrar la boda. Eros y Psique permanecieron juntos y tuvieron un hijo llamado Voluptas («voluptuosidad»).
La versión de la historia narrada aquí pertenece al autor romano Apuleyo (123-170 d.C. aproximadamente), que la incluyó en su antología El asno de oro. Además de escritor, Apuleyo era filósofo y dotó a la obra de un simbolismo y belleza especiales. Psique era el alma y Eros era el amor divino. Sólo venciendo al amor divino podía el alma alcanzar su plenitud. Ese era el mensaje del cuento. Afortunadamente, en este caso el filósofo se dejó llevar por el placer de la narración y no condensó la obra en exceso.